Un enorme boquete en pleno barrio de San Miguel. Un vertedero-escombrera totalmente descontrolado y un serio peligro para los peatones. La esquina de calle Pollo con Corral de San Antón es un horrible boquete en el corazón de uno de los barrios más señeros de la ciudad, donde los gatos se dedican a controlar la basura que se arroja a la parcela y a ver cómo crecen las malas hierbas entre los elementos arquitectónicos de una obra inacabada.
La situación en absoluto es nueva y, de hecho, los vecinos aseguran que ya han dado la voz de alarma a Urbanismo en reiteradas ocasiones. Ha habido casos similares en la zona, como el de una casa abandonada en calle Guarnidos, que finalmente fue tapiada en la anterior legislatura ante las quejas vecinales y la presión de los grupos de la oposición. ¿Qué pasa con el departamento de disciplina urbanística?, preguntaban entonces.
El ex delegado de Urbanismo del PP, Agustín Muñoz, mantenía entonces que la conservación de estas fincas corresponde a los propietarios, y en este sentido, “desde el Ayuntamiento hacemos todo lo posible para concienciarles de la necesidad de realizar las intervenciones correspondientes para mantenerlas en buen estado, y cuando el Ayuntamiento interviene, dentro de sus limitados medios, lo hace sólo en los casos más urgentes”. ¿Quizás en estos casos habría que actuar de oficio y acudir a la expropiación forzosa? Se supone que eso marca la disciplina urbanística. La realidad es que desde el Ayuntamiento poco o nada se hace desde hace ya años y se siguen acumulando por la ciudad -y especialmente por el centro histórico- enormes puntos negros como éste de San Miguel.